lunes, 23 de enero de 2012

Hércules y Megara

Creontes, uno de los generales tebanos, premió a Hércules otorgándole la mano de su hija, Megara. Se casó con ella y tuvieron dos hijos, eran muy felices, no obstante la felicidad no les duró demasiado. Hera le causó a Hércules una locura tal que en un ataque de ira asesinó a Megara y a sus dos hijos.
Una vez que Hércules recobró la cordura y vio el resultado de su tempestad emocional, esto le provocó un profundo dolor y preocupación por lo horripilante de su crimen, lo cual le causó además temor por el destino de su alma. Fue entonces cuando pidió ayuda al dios Apolo para solucionar de alguna manera el error cometido. Apolo le dijo a Hércules que debería realizar una serie de trabajos a modo de castigo, de esa manera sería posible su salvación.
Apolo tenía que lidiar con varias responsabilidades divinas. Como Febo, era el dios del sol, tal título requería que todos los días había de conducir el carruaje que transportaba el sol a través del cielo. También era el dios de la música y la salud, y finalmente era el dios de la profecía. Los griegos creían que Apolo sabía qué era lo que iba a ocurrir en el futuro, por lo tanto él podría aconsejarles cómo actuar.
Fue en el templo de Apolo donde Hércules contactó con el dios en busca de consejo. El templo de Apolo estaba en la ciudad de Delfos y era conocido como el “Oráculo de Delfos”. Allí Apolo le rebeló a Hércules, a través de la pitonisa Pitia, que para purificar su alma, después de la tragedia que su ira le había impulsado a cometer con su familia, debería: primero cambiar de nombre, ya que al nacer a nuestro héroe le llamaron Alcides, que significa descendiente de Alceo, siendo a partir de este momento y no antes cuando se le llamó Hércules, que significa gloria de Hera, y luego de este cambio de identidad tendría que realizar diez tareas heroicas (las cuales se transformarían en una docena más adelante).
La cosa se puso más problemática para Hércules cuando se enteró que debía ir a la ciudad de Argos. El rey de aquella ciudad era Euristeo quien tenia reputación de tacaño con lo cual Hércules ya se imaginó que no la pasaría muy bien. Él debía servir a Euristeo durante doce años. Pero no todo fueron malas noticias ya que el Dios Apolo le informó que una vez cumplidos los trabajos su destino cambiaría, y en lugar de morir como todos los mortales y descender al Orco de Hades, él iría a vivir con los dioses y se transformaría en un dios más.
Los doce trabajos resultarán ser algo más que imposibles, lo cual indicaba la clara voluntad de Euristeo (aconsejado seguramente por Hera) de deshacerse de Hércules a toda costa. Sin embargo, Hércules no estará solo y contará con la ayuda de Hermes y Atenea quienes se le aparecerán en los momentos en que nuestro héroe realmente necesite ayuda.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El joven Hércules

Cuando Hércules creció se convirtió en un gran guerrero. Su padre le puso los mejores maestros de arco, carros de carrera, lucha... También el maestro Lino le enseñó poesía y música (o al menos lo intentó) porque una vez que le tuvo que llamar la atención a Hércules (era este bastante duro para las artes), se levantó partiéndole en la cabeza la lira a su maestro, con lo cual finalizaron este tipo de lecciones...
Una vez, Hércules quiso cazar un león que estaba causando estragos en los rebaños de su padre. Lo comenzó a seguir y este le condujo hasta el palacio de Tespio. Y se alojó allí esperando el momento de poder darle caza. Hércules se pasaba los días buscando al animal y durante la noche se alojaba en el palacio a la espera del próximo día y de una mejor suerte. (La primera noche, mientras estaba acostado, sintió que había alguien en un rincón de su cama, era una de las cincuenta hijas de Tespio. Al verla, la invitó a dormir con él no sin antes hacerle el amor.) Por las mañanas, siguió saliendo de cacería volviendo de nuevo cada anochecer con las manos vacías. (La segunda noche, al acostarse, volvió a sentir a alguien en su cama... Pensando que era la misma hija con la que había pasado la noche anterior, la volvió a invitar a su lecho... Sin embargo, esta era la segunda de las cincuenta hijas de Tespio, aunque él no se apercibió porque la habitación estaba a oscuras.) Estuvo cincuenta días, intentando dar caza al león durante el día (y durmiendo cada noche con una hija diferente de Tespio). En la noche 51, no se encontró a nadie en su cama, y durmió solo, pero en la mañana, cuando salió de nuevo a dar caza al león, esta vez tuvo éxito, matándolo de un flechazo, sacándole la piel y vistiéndose con ella. Este sería su atuendo habitual. En cuanto a las cincuenta hijas de Tespio: todas quedaron embarazadas y todas dieron a luz un varón.
Otra de las hazañas de Hércules se llevó a cabo contra el rey Ergino. En el pasado, Ergino había vencido en una guerra a Tebas motivo por el cual le había impuesto a la ciudad el pago de un tributo de cien vacas anuales durante veinte años. Cierta vez fueron los vaqueros de Ergino a recolectar su tributo anual, pero esta vez quien los recibió fue Hércules, disfrazado de león, que les cortó las orejas, la nariz y las manos, pendiéndoselas a cada uno, y enviándolos de nuevo a su reino con el mensaje para Ergino de que esas serian sus vacas de ese año. Ergino se enfureció tanto que salió con su ejercito con la intención de atacar Tebas. Pero Atenea (Minerva) proveyó de armas a los tebanos y con Hércules a la cabeza vencieron a las tropas de Ergino.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Zeus y Alcmena

Existen diferentes versiones acerca de la historia de Hércules. Entre estas diferencias, la más notable es aquella en la que se relata el motivo por el cual le fueron asignados los doce trabajos, y cuando se intenta explicar quiénes fueron sus padres...
El padre de Hércules fue Zeus, el más poderoso de todos los dioses, y esto se podía leer de distintas formas: que si Zeus podía hacer cualquier cosa que quisiera gracias a su poder, o que Zeus no resultó ser un buen marido para su esposa Hera, la reina de los dioses y...
La historia comienza cuando los hermanos de la hermosa Alcmena son asesinados antes de que ella se casara con Anfitrión, Rey de Tebas. Con sus hermanos asesinados. Alcmena le puso a Anfitrión una condición para que se contrajeran nupcias: lo harían si él vengaba la muerte de sus hermanos.
El rey salió entonces con su ejercito, en busca de los asesinos, mientras que Alcmena se quedó en su casa.
Zeus, enamorado de tan bellísima mujer griega, esperó a que el marido de Alcmena, Anfitrión, saliera a buscar a los asesinos de sus cuñados, y unos días más tarde la visitó transformado en Anfitrión. Cuando se hizo de noche se fueron juntos a dormir, pero no durmieron. A la mañana siguiente, Zeus se marchó al Olimpo y el verdadero Anfitrión regresó. Al llegar quiso estar con su esposa y aunque la notó un poco distante finalmente consumaron su matrimonio, al menos era lo que el esposo creía. Luego le comentó que ya había vengado a sus hermanos a lo que ella le respondió que ya lo sabia puesto que ya se lo había dicho la noche anterior. Anfitrión, desconcertado, lo fue a consultar con Tiresias, quien era adivino, para que le explicara qué era lo que pasaba con su esposa. El adivino le dijo que su esposa iba a tener mellizos, uno era del dios Zeus y el otro era suyo. También le dijo que no le hiciera ningún reclamo a Alcmena, debido a que ella creía que sólo había estado con él. La que si se enfureció fue Hera, tanto que intentó impedir el nacimiento de los niños, sin embargo, no lo logró, y a los nueve meses nacieron, primero Hércules y luego Íficles.

Hércules

Hércules significaba “Glorioso regalo de Hera”, y Hera ya estaba bastante molesta con la aventura de su marido, así que el hecho de haber llamado a aquel niño “Glorioso regalo suyo” la molestó mucho más, como era de esperar. Debido a esto, Hera quiso asesinar al joven Hércules enviando serpientes a su cuna mientras este dormía, sin embargo, Hércules, que ya poseía fuerza sobrenatural, estranguló a las serpientes enviadas por Hera, una con cada mano, antes de que estas le mordieran.
Pero Hera continuaba molesta, y buscaba constantemente la forma de limpiar su honor. Sabiendo que nunca podría vencer en una pelea frontal a Hércules, y que no era lo suficientemente poderosa como para evitar que Zeus tomara partido por su propio hijo (además de que tal actitud no era tampoco conveniente para la seguridad de la propia Hera), concibió un plan un poco más lento pero mucho más seguro para su integridad: haría que la vida de Hércules fuese lo más miserable posible.